Era el partido más esperado de la competición, era un encuentro entre dos colosos del deporte rey, era una revancha, pero por sobre todas las cosas, era un clásico, capaz el mayor clásico del Fútbol Mundial. Como ya había sucedido en varias instancias decisivas de las últimas competiciones en las que participaron ambas selecciones se volvían a encontrar, en esta ocasión, en una semifinal, pero ya se habían visto las caras en las finales de las últimas dos Copas Américas donde Brasil se consagró triunfador y también en la final de la última edición de la Copa Confederaciones, donde Argentina fue vapuleado por 4 a 0 frente a la selección Brasilera. Pero siempre que chocaron en torneos juveniles o que no jugaron los mayores en su totalidad, la Argentina se mostró superior. Y así fue, una vez más, la Argentina demostró el buen momento futbolístico que está pasando, la gran camada de jugadores que están brotando y el excelente nivel de los jugadores de experiencia que posee, y en conclusión, pudo golear a Brasil por 3 a 0 y pudo haber sido mucho más.
De entrada, ambas selecciones se mostraron un poco retrasadas, esperando la reacción del rival o sus primeros movimientos, y no solamente durante el juego, ya que en lo táctico previo ambos técnicos apostaron por formaciones un poco más defensivas en relación a las que venían utilizando, por un lado, Argentina juego con un solo delantero definido, aunque con tres volantes ofensivos y por el otro lado, Brasil, apostó solamente con un centro atacante que no pudo tener un gran peso ofensivo y después, utilizó un sistema de doble enganche o dos medias puntas que fueron, el ya jugador del A.C. Milán, Ronaldinho, y Diego, aunque ninguno de los dos tuvo una buena actuación.
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