De la misma manera que en el Mundial de Alemania 2006, sin tanta prontitud como en Corea – Japón, pero sí con los mismos problemas y la misma consecuencia.
El país que tiene desparramados por el mundo jugadores de gran categoría y una vasta historia en el deporte, se ha quedado sin gloria como le viene pasando desde hace ya más de 20 años.
En los últimos cuatro años el seleccionado argentino había pasado por muchos cambios. De José Pekerman a Alfio Basile, y del Coco a Diego Maradona. También fue variada la lista de futbolistas.
El 10 probó durante los meses que trabajó a más de 100 profesionales.
A la hora de conformar la lista definitiva dejó afuera a históricos como Javier Zanetti y llevó a un jugador sin nivel en su peor momento, Ariel Garcé (sólo jugó un partido con la celeste y blanca antes del Mundial).
¿Qué le faltó al seleccionado? Primero, juego colectivo, ya que al alcance del entrenador estuvieron grandes estrellas del futbol mundial y campeones en sus clubes.
No encontró el lateral correcto, llevó a seis delanteros y le faltó gol.
Argentina tuvo muchos problemas defensivos y como si eso fuera poco, Javier Mascherano debió encargarse de la contención en el mediocampo solo.
Estos problemas se vieron en el equipo sudamericano desde que comenzó la preparación al Mundial de Sudáfrica 2010. Pero el Diez nunca encontró respuestas.
Buscó el fútbol que supuestamente le gusta al pueblo. Y como él lo expresa, puso su atención en formar un grupo armónico. Pero, ¿de qué sirve que los deportistas se lleven bien fuera del campo si dentro de la cancha no se encuentran?
Si se analizan los partidos de las eliminatorias y los del campeonato Mundial no se puede encontrar un estilo de juego definido.
De seguro éste equipo fue ofensivo, pero simplemente por la calidad y cantidad de delanteros.
¿Logró realmente algo de lo que Maradona afirmó que quería plantear? No tuvo solidez defensiva, le faltó contención en el medio y además los goles no llegaron cuando fue necesario.
Y además, hay razones para creer que la armonía en el plantel tampoco existió. Se sabe que varios de los profesionales tienen malestar por los cambios que realizó el entrenador.
Verón, Jonás Gutiérrez, Diego Milito, Walter Samuel y Tévez no están conformes con el entrenador.
Además, Lionel Messi no tiene la mejor relación con Carlitos. Detalles que trascienden ante la eliminación, que de otra manera no se conocerían.
Párrafo aparte para la actuación de Messi. En los dos primeros encuentros fue promisorio, en los dos siguientes fue regular y en el último, totalmente decepcionante.
Si era sabido que sus condiciones físicas eran “irreversibles”, tal como declaró Fernando Signorini, preparador físico del seleccionado argentino, ¿Por qué jugó los cinco partidos de principio a fin?
¿No era más lógico sacarlo los últimos minutos de los encuentros definidos? ¿Para qué jugó con Grecia cuando la albiceleste ya estaba clasificada? Lío también hizo lo suyo para fracasar pero el contexto estuvo lejos de acompañarlo.
Hoy Argentina no es parte del Mundial, después de haber tenido en la banca a un técnico con titulo honorario (nunca realizó el curso), debe buscar respuestas rápidas.
A un año de la Copa América que se jugará en suelo argentino debe encontrar el rumbo futbolístico. Para eso debe contestarse algunas preguntas.
¿Faltó autoridad? ¿Por qué no encuentra una línea de juego? ¿Se debe buscar otro entrenador?
Algo es seguro, los culpables son múltiples. Futbolistas, dirigentes -son los que toman las decisiones- y un entrenador porque elige con quiénes y cómo jugar. Una vez más el tiempo lo dirá.
Lo cierto es que en Sudáfrica, al fútbol argentino le pasará por el costado las instancias finales. Otra vez.